María es una estudiante de 6º grado que pierde la mayoría de sus materias debido a su constante inasistencia a clases. Su madre justifica esta ausencia con su difícil situación económica, pues María debe ayudar a su papá en la finca. Pero él no es su papá y María no está ayudando, María está siendo abusada. Su madre lo sabe, pero lo oculta porque es él quien sostiene económicamente a la familia. 

Laura es una estudiante de 8º grado con rasgos afrodescendientes. Su madre es afro y su padre indígena. Laura habla su lengua nativa indígena, pero la oculta. Ya es suficiente con las críticas que recibe de su maestro de matemáticas por su aspecto físico y actitud. Añadir su ascendencia indígena solo complicaría más su vida. 

Estas historias reflejan una realidad que enfrentan muchas jóvenes en Caquetá. La Amazonia, vasta y resiliente, es un símbolo de fortaleza personificada en mujer pero también es explotada intensivamente. De manera similar, nuestras jóvenes lidian con violencia y discriminación, lo que las aleja de su verdadera identidad. Este distanciamiento es una forma de protegerse de los estigmas y traumas diarios. Pero ¿cómo podemos ayudar? Es crucial investigar cómo las comunidades entienden y manejan su salud mental desde su cosmovisión. 

A través de la fotografía pretendo comunicar cómo estas jóvenes enfrentan estos desafíos, destacando su resiliencia. Mi proyecto no busca revictimizarlas sino generar un punto de discusión sobre la necesidad de acompañamiento y apoyo. Las fotografías no mostrarán rostros, mi intención no es exponer, sino inspirar un cambio. Así como estas jóvenes no se reconocen como parte de una comunidad debido a sus experiencias, nosotros, como habitantes de la Amazonía también debemos reconocernos como parte integral de la Amazonia y hacernos responsables de su protección, sanación y restauración.