En memoria de Olga Lozada, mi abuela, y de las personas de la Amazonía que, como yo, atravesaron el dolor de perder a sus seres amados en la pandemia del COVID-19, realizaré una pieza audiovisual con fotografías que evocan los recuerdos de su enfermedad y muerte. A su vez, mi propuesta reúne audios testimoniales de mi padre, mi tía y mi hermana, que narran fragmentos de la historia de lo que sucedió con mi abuela desde diferentes perspectivas. 

Olga fue su nombre. Mujer leticiana de padres Ticunas con un gran amor hacía su pueblo, hacía la gente que la vio crecer. Una mujer que creció en medio del río Amazonas, aguaje, pirarucus, güito y el paisaje fresco y viviente de la selva… Olga se fue sin un adiós, en compañía de sus amigos. Se fue entre sus imágenes de vida y con su rosario bendecido colgando de su cuello. Con la llegada del 2020 llegaron noches sin oxígeno, doctores en medio de urgencias y noches de miedo, transformando el sentimiento de millones de familias amazonenses en impotencia. En la entrada del cementerio, las ruinas, la humedad, el deterioro y las tumbas que esperaban con brazos abiertos a los fallecidos, enviando a los vivos a un mundo de recuerdos.